La ubicación, cerca de Bilbao pero ligeramente apartado, las vistas impresionantes, el entorno, constituían los elementos idóneos para poner la primera piedra.
Para asegurar la más estricta autenticidad, los materiales que se utilizarían en la construcción se obtuvieron de antiguos derribos de caseríos con centurias de antigüedad. La máxima fue que todo, absolutamente todo, tenía que ser “de verdad”, desde el suelo hasta los techos. Los hermanos contactaron con el genial decorador Antonio Otaño, una eminencia del interiorismo, con quien fueron visitando durante años derribos de todo Euskadi y País Vasco Francés para recuperar maderas, piedras o tejados.
Patricio se marchaba hasta Navarra con el ilustre decorador cada vez que tenía un hueco libre, para ir recopilando pacientemente, las piezas de `puzle’ necesarias para levantar el proyecto.
Ya con los mejores profesionales de cada gremio apalabrados, se contrató a los canteranos, Rafael García y Jose Manuel –su hijo–, verdaderos maestros en su profesión, quienes, junto con Otaño y, por supuesto, los hermanos Valiño, fueron los artífices del precioso caserío que hoy se alza sobre Bilbao.
La decoración rezuma sobriedad y elegancia. No hay nada superfluo ni accesorio: las maderas de más de trescientos años hablan por sí mismas, las vigas, las tarimas, los marcos de las ventanas, …. Al igual que en la cocina, el respeto por el material ha sido máximo.
Además, había que ofrecer una gastronomía, marcada también por la devoción por la autenticidad. Del mismo modo que viajaron incansablemente para reunir los mejores materiales para construir el caserío, con el mismo empeño, cada día lo emplean para lograr cada día la materia prima más deliciosa. ¿Qué traen los barcos diariamente? ¿Qué piezas son las más deliciosas del día? ¿Qué setas son las mejores este mes? Esta búsqueda incansable, se traduce inevitablemente en un festín para el paladar.
Por último, construido ya el lugar de ensueño y ofrecida una gastronomía impecable, quedaba lograr que los comensales se sintieran lo más a gusto posible. Así nació la idea del tour de Kate Zaharra: se comienza degustando un vino con entremeses en la bodega, después se sirven los platos fuertes en el comedor para luego pasar a la terraza a tomar una copa, café y/o puro frente a las vistas panorámicas del Botxo. Parejas, hombres de negocios, familias y amantes de la gastronomía en general han desfilado y disfrutado al máximo de este tour desde que se abrió el restaurante.
Podríamos hablar más sobre los excelentes vinos de la bodega, sobre las virtudes de la cocina, pero, quizás, baste decir que Kate Zaharra es una historia de pasión por la hostelería, por las cosas bien hechas y por la autenticidad. En definitiva, Kate Zaharra es ante todo la historia de dos hermanos que cuidan cada día el sueño que tuvieron hace 15 años, y que hoy comparten con todos vosotros.